lundi 23 février 2009

El Arte de forjar el amor


Algunas de las artes de forjar el amor por parte del Mensajero de Al·lâh, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él:




La elegancia y el embellecimiento ante la esposa:

Fue preguntada ‘Âisha: "¿Con qué empezaba primero el Mensajero de Al·lâh al entrar en casa?", respondió: "Con el Siwak (una rama que se utiliza para limpiar los dientes)". Relatado por Muslim.
Algunos sabios argumentaron "Quizá el Profeta, que los Rezos y la Paz de Al·lâh sean sobre él, hiciera esto para recibir a sus esposas con besos".
El imam Al- Bujârî relata que ‘Âisha dijo: "Yo perfumaba al Mensajero de Al·lâh con el mejor perfume que tenía hasta que encontraba las gotas del perfume en su cabeza y su barba". Al- Bujârî también relata que ‘Âisha dijo: "Yo peinaba al Mensajero de Al·lâh estando con la regla"
Todos estos dichos y otros indican el interés del Mensajero de Al·lâh por el embellecimiento y el engalanamiento conforme a la norma que Al·lâh quiere, al contrario de lo que hacen los hombres actualmente con la exageración en el ornato así como con la exageración en el atavío y embellecimiento de las mujeres.

Sin embargo, a pesar de esta exageración en el embellecimiento, observamos, por ejemplo, las contradicciones que viven los hombres; pues tienen un mal olor que viene del tabaco que fuman, ¿entonces, cómo puedes considerarte bien ataviado? Y por otro lado, encontramos a otros hombres que tratan el asunto del adorno con toda desatención descuidándose en su ropa, cabello, uñas, bigotes, barba y axila y oliendo muy mal, sin embargo, lo mejor es seguir la tradición profética en lo relacionado con el embellecimiento y la preocupación por la forma exterior, lo que se considera un derecho legítimo para la mujer y una razón indiscutible para ganar su amor, pues, Al·lâh creó el alma con una inclinación hacia lo más puro y lo más bello. Escuchemos ahora el comportamiento de nuestros antecesores, que Al·lâh esté complacido con ellos, en este sentido.
Dijo Ibn ‘Abbâs: "Yo me atavío para mi mujer como ella lo hace para mí y no me gusta excederme en conseguir los derechos que yo tengo para que ella tampoco lo haga con respecto a mí. Dice Al·lâh, Enaltecido sea: [Y ellas tiene tantos derechos como deberes]".



Un día vino al Califa ‘Omar, que Al·lâh esté complacido con él, un hombre con una apariencia muy sucia y muy desordenada, con su mujer que le dijo: "¡No quiero quedarme con él!". Omar supo que la mujer no aguantaba a su marido. Entonces mandó al hombre para que se duchara y se cortara el pelo y las uñas. Y cuando regresó el hombre, su mujer se quedo sorprendida y no lo reconoció al principio, pero tras asegurarse de que era su marido, se acercó a él, lo besó y cambió de opinión. Anuló su petición de divorcio. Entonces, dijo Omar: "¡Hombres! Engalanaos para las mujeres, pues juro que a ellas les gusta que os engalanéis tanto como os gusta a vosotros verlas engalanadas."
Dice Yahyâ Ibnu ‘Abd Ar·Rahmân Al-Handhalî: "Fui al encuentro de Mohammad Al-Hanafî y salió a mí en una capa roja, con la barba goteando de alghâliyya (una mezcla de los mejores perfumes). Cuenta Yahyâ: "Le dije: ¿Qué es eso" Me contestó Mohammad: esta capa la arrojó sobre mí mi mujer y me ha untado con perfume, pues a ellas les place de nosotros lo que a nosotros nos place de ellas". Esto lo relató Al-Qurtubî en su interpretación "Compendio de las sabidurías del Qor´ân"

Entonces, la mujer quiere que te adornes y te embellezcas para ella tal como te gusta que lo haga para ti. ¡Aprendamos las artes en el forjamiento del amor de nuestro querido Mensajero, de sus mujeres, de sus compañeros y seguidores!

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