mercredi 16 décembre 2009

Al Hiyrah (La Emigración) - II





Los esfuerzos de Quraish por encontrar al Profeta , sallallahu ‘alayhi wa sallam



Los Quraishitas estaban muy irritados y enojados al enterarse de la fuga de los dos Compañeros. Llevaron a ‘Ali, que Al-lah esté complacido con él, hacia Al Ka'bah, lo golpearon brutalmente y lo retuvieron una hora, tratando desesperadamente de que divulgara el paradero de los dos fugitivos, pero no obtuvieron ninguna respuesta de su parte. Luego fueron a ver a Asma’, la hija de Abu Bakr, pero tampoco les informó nada.


Los notables de La Meca convocaron a una reunión de emergencia para determinar las futuras acciones a seguir y debatir todas las alternativas que ayudaran a encontrar a los dos hombres. Decidieron bloquear todas las rutas que salen de La Meca y pusieron guardias fuertemente armados en lugares y accesos potenciales. Ofrecieron una recompensa, a quien los atrapara, de 100 camellos por cada fugitivo. Caballería, infantería y exploradores del desierto emprendieron la búsqueda. En una ocasión, llegaron hasta la entrada de la cueva donde estaban el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y Abu Bakr, que Al-lah esté complacido con él, escondidos; pero Al-lah, alabado sea, impidió que fuesen vistos.


El camino hacia Medina


Luego de tres noches, el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y Abu Bakr, que Al-lah esté complacido con él, se enteraron que la búsqueda había disminuido y decidieron salir para continuar su viaje; se les envió un guía confiable con dos camellos, y Asma’, hija de Abu Bakr, preparó comida para los viajeros.




Así es como partieron, llevados por dificultosos caminos cercanos a la ruta costera. Esto ocurrió en el mes lunar de Rabi‘ Al Awwal, el primer año de la Emigración (Hégira). La pequeña caravana viajó y atravesó muchos pueblos en su camino hacia la ciudad de Quba’, ubicada en las afueras de Medina.




En el camino a Medina ocurrieron muchos acontecimientos; entre ellos, que el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, se encontró con Buraidah Ibn Hasib Al Aslami junto a ochenta personas aproximadamente. Todos se hicieron musulmanes y el Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, rezó con ellos la oración de la noche.




Cuando los musulmanes de Medina se enteraron de las noticias de la salida del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, de La Meca, empezaron a frecuentar una de las entradas de la ciudad todas las mañanas. Lo esperaban hasta que el calor del día los obligaba a volver. Un día, después de haber esperado mucho tiempo, volvieron a sus casas; cuando retornaban, un judío subió a uno de los fuertes y vio al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y a su Compañero, vestidos de blanco, apareciendo por el desierto. El judío no pudo evitar gritar: “¡Oh vosotros, los Árabes! Aquí está el gran hombre que estabais esperando!. Entonces, los musulmanes se apresuraron para ir a recibir al Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam. Era un día muy especial en Medina.


El Mensajero de Al-lah, sallallahu ‘alayhi wa sallam, permaneció en Qubá cuatro días: lunes, martes, miércoles y jueves. Construyó una mezquita y rezó en ella. Esta fue la primera mezquita después del comienzo de su Profecía, y fue llamada “Masyid Quba’” (Mezquita de Quba’). El quinto día, el viernes, por orden de Al-lah, alabado sea, partió junto a Abu Bakr. Al llegar a Medina, fue recibido cordialmente por los Ansar (los musulmanes de Medina). Se detuvo en un lugar en el valle de Banu Salim y allí rezó, junto a cientos de musulmanes, la oración del viernes. Esta fue la primera oración del Yum’ah (viernes) que se realizó en la historia del Islam.


Entrando a Medina


Mientras las tribus y familias de Medina competían unas con otras para hospedar al noble visitante en sus hogares, las niñas medinenses entonaban bellos versos de bienvenida, acompañados de palabras de obediencia al nuevo Mensajero.


Aunque no eran ricos, todos los Ansar querían con ansiedad hospedar al Mensajero en sus casas. Rodeaban al camello de Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, y todos los jefes de la ciudad, vestidos con sus mejores prendas, decían: “Quédate aquí, Oh Mensajero de Al-lah, hospédate con nosotros”. Pero Muhammad, sallallahu ‘alayhi wa sallam, les respondía, con cortesía y amabilidad: “Dejad que (la camella) siga su camino, ya que está cumpliendo una orden (de Al-lah)”.


La camella avanzó y se arrodilló en el sitio donde sería construida la mezquita del Profeta. Luego de unos días, arribaron los demás miembros de su familia y la de Abu Bakr.


Con la llegada del Profeta, sallallahu ‘alayhi wa sallam, a Medina, termina el llamado Periodo de La Meca, y empieza el Periodo de Medina.


Continúa…


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