El musulmán hace su mejor esfuerzo por cumplir de la mejor manera los esclarecedores e inequívocos textos del Corán que le ordenan tratar justa y decentemente a su esposa. El musulmán intenta concientemente ser el marido ideal para que su esposa disfrute de su compañía dócil y agradable. Cuando retorna al hogar saluda a su esposa y a sus hijos con una sonrisa, y no olvida el bendito saludo del Islam, dice el Corán:
{Y cuando entréis en una casa, saludaos unos a otros con la salutación bendita [que Allah ha prescripto: As Salâmu ‘Aleikum]...} [24:61]
El Profeta r exhortó a Anas t a usar ese saludo: "¡Hijito! Cuando entres a tu hogar saluda a tu familia con el saludo de paz (As Salâmu ‘Aleikum), porque será una bendición para ti y para tu familia". Transmitido por At-Tirmidhi, que dijo: Es un Hadîz Hasan Garîb
Es una gran bendición para el hombre reencontrarse con su familia con un saludo agradable, que contribuya a una feliz, armoniosa y placentera atmósfera.
El musulmán debe colaborar con su esposa en los quehaceres del hogar siempre que ella lo necesite, y debe contenerla emocionalmente ante cualquier dificultad. Debe hacerla sentir que ella está viviendo con un marido generoso y tolerante, que la protege y la cuida, y se preocupa por ella satisfaciendo sus necesidades dentro de sus posibilidades.
El musulmán también debe satisfacer su feminidad presentándose atractivo ante ella -dentro de los límites islámicos- y debe dedicarle tiempo y demostrarle interés. No debe permitir que su estudio, trabajo, ocupaciones, responsabilidades o amigos le tomen todo su tiempo y lo mantengan alejado de su hogar. El Islam le garantiza a la mujer el derecho a disfrutar de su marido a tal magnitud que le exige al hombre que no emplee todo su tiempo en la adoración, que es el mejor y más honorable de los actos, sino que sea equilibrado y moderado. Narró ‘Abdullah Ibn ‘Amr Ibn Al-‘Âs t, que cuando el Profeta r se enteró de su exagerada dedicación a la adoración, le dijo: "He oído que ayunas todos los días y que oras toda la noche" ‘Abdullah le respondió: Así es Mensajero de Allah. Entonces el Profeta r le dijo: "No hagas eso. Ayuna y aliméntate, duerme y despiértate para rezar. No olvides que tu cuerpo tiene derecho sobre ti, tus ojos tienen derecho sobre ti, tu esposa tiene derecho sobre ti y tus huéspedes tienen derecho sobre ti". Transmitido por Al-Bujâri y Muslim
Jaulah Bint Hakîm, que era la esposa de ‘Uzmân Ibn Madh‘ûn t, visitó a una esposa del Profeta r llevando un vestido harapiento y desaliñado. Le preguntó: ¿Qué sucede contigo? Ella le dijo acerca de su marido: Por la noche reza, y durante el día ayuna. Ella le contó al Profeta r lo que había oído, y cuando este vio a ‘Uzmân Ibn Madh‘ûn, lo reprendió diciéndole: "¿Acaso no tienes un ejemplo en mí?" ‘Uzmân dijo: Por supuesto. ¡Qué Allah me permita sacrificarme por ti! "¡Oh, ‘Uzmân! El monacato no se ha prescrito para nosotros. Juro por Allah que yo soy el más temeroso de Allah y el que mejor respeta sus límites". Al tiempo, Jaulah se presentó otra vez, pero ahora vistiendo ropa fina y con un aroma perfumado muy agradable.
El Profeta r solía infundirles esta guía a sus Compañeros y mostrarles como lograr el bienestar y el equilibrio entre la vida espiritual y la vida en la intimidad de la familia. Las mujeres siempre podían recurrir al Profeta r para quejarse ante el maltrato o si uno de sus esposos sobrepasaba los límites del ascetismo y la devoción.
El Imâm Al-Bujâri narró en su libro As-Sahih que Abû Yuhaifah t dijo: El Profeta r estableció la hermandad entre Salmân y Abû Ad Dardâ'. Cierto día, Salmân visitó a Abû Ad Dardâ' y vio que su esposa, Umm Ad Dardâ', estaba desaliñada. Él le preguntó el motivo de su aspecto y ella le respondió: Tu hermano Abû Ad Dardâ' no tiene ningún interés en esta vida. Cuando llegó Abû Ad Dardâ' a la casa, preparó comida y le dijo a Salmân: Come tú, porque yo estoy ayunando. Salmân le dijo: No comeré a no ser que tú comas. Entonces comieron juntos. Esa noche Abû Ad Dardâ' quiso pasarse toda la noche rezando pero Salmân le pidió que durmiera. Luego quiso levantarse para rezar pero Salmân le dijo de nuevo que durmiera. En la última parte de la noche Salmân le dijo: Ahora levántate, y rezaron juntos. Luego Salmân le dijo: Tu Señor tiene derecho sobre ti, tu persona tiene derecho sobre ti, tu esposa tiene derecho sobre ti, así que otórgale su justo derecho a cada uno. Cuando Abû Ad Dardâ' se encontró con el Profeta r le dijo sobre lo que había sucedido, y el Profeta r exclamó: "Salmân tiene razón".
El musulmán debe siempre tener buen humor, ser afable y simpático. El Profeta r cuya vida es el más sublime ejemplo de ser humano aunque siempre estaba ocupado con la tarea de enseñar los fundamentos del Islam, la edificación de una sociedad musulmana, la dirección del ejército y otras numerosas actividades, esto no le impedía ser un marido ideal, con el mejor carácter, un trato amable y cálido, un rostro sonriente, y un humor sano y divertido.
‘Â'ishah t dijo: Fui a ver al Profeta r con algo de Harîrah (un plato preparado con harina y leche) que yo había cocinado para él, y le dije a Saudah t, y el Profeta r estaba sentado entre ella y yo: ¡Come! Y ella se negó a comer. Le dije: Come o lleno tu cara con esto. Pero ella se negó. Entonces introduje mi mano en la Harîrah y embadurné su cara. El Profeta r se rió, puso algo de Harîrah en la mano de Saudah, y le dijo: "Hazle lo mismo a ella". Hadîz Hasan
¡Qué ejemplo de tolerancia, buen carácter y sentido del humor tenía nuestro Profeta Muhammad r!
‘Â'ishah t narró que una vez, cuando viajó junto al Profeta r, compitieron en una carrera y ella ganó. Después, pasado un tiempo, cuando ella tenía algo mas de peso, compitieron nuevamente pero esta vez él ganó, y entonces le dijo riendo: "Esta es en compensación de aquel día". Hadîz Sahîh transmitido por Ahmad y Abû Daûd
Al Profeta r le agradaba divertirse sanamente disfrutando de distintos entretenimientos junto a su esposa ‘Â'ishah t. Ella narró lo siguiente: El Profeta r escuchó ruidos fuera de la casa. Había un grupo de personas reunidas alrededor de unos abisinios que estaban haciendo una demostración gimnástica. Dijo: "¡‘Â'ishah! Ven a ver". Apoyé mi mejilla en su hombro y pude ver. Luego de un tiempo me dijo: "¡‘Â'ishah! ¿has visto suficiente? Le dije: no, sólo para ver cuánto significaba para él. Entonces cambió su peso de un pie al otro. (Es decir que estaba cansado, pero estaba deseoso de quedarse para que siguiera mirando el espectáculo) Transmitido por An Nasâ'i de Iazîd Ibn Rûmân de ‘Â'ishah. Ver también los diferentes relatos en Fath Al-Bâri', Bâb Al-‘Îdain (Capítulo sobre las dos festividades)
El musulmán correcto no se irrita ni se enfada por razones insignificantes, como tantos maridos ignorantes hacen, creando alboroto si sus esposas les ofrecen comida que no es de su gusto, o si la comida llega un poco tarde, o cualquier otras razón inaceptable. El musulmán correcto rememora aspectos del carácter del Profeta r, y ello le recuerda ser generoso, amable y tolerante. Una de las características del Profeta r es que nunca criticó una comida. Si le gustaba, la comía, y si no le gustaba, simplemente la dejaba. Transmitido por Al-Bujâri y Muslim
El Profeta r una vez pidió a una de sus esposas alguna comida simple que pudiese comer con pan, y ella le dijo: No tenemos más que vinagre. Entonces él le pidió que lo trajeran y exclamó: "¡Qué rico es untar el pan con vinagre! ¡Qué rico es untar el pan con vinagre!" Transmitido por Muslim
Que escuchen estos hadices aquellos maridos que se enojan por insignificantes errores de sus esposas, cuando la comida llega un poco tarde o no es de su agrado,. Sus pobres esposas pueden tener excusas perfectamente aceptables, pero ellos se enfadan sin interesarse por ello, basándose en un incorrecto entendimiento de que los hombres están a cargo de las mujeres, el Qawamah.
El marido musulmán no se limita a mostrar bondad y generosidad hacia su esposa, sino que también extiende su respeto y bondad hacia las amigas de ella. ‘Â'ishah t narró: Una mujer anciana vino a ver al Profeta r y él le sonrió, le mostró respeto, y le preguntó: "¿Cómo está usted?" Ella le contestó: ¡Estoy bien Mensajero de Allah alhamdulillah! Cuando esta se marchó, ‘Â'ishah le preguntó: ¿Por qué le das la bienvenida a esta mujer anciana tan deferentemente, de una manera que no te he visto hacer con nadie más? El Profeta r contestó: "Ella nos venía a visitar cuando Jadîyah vivía ¿Acaso no sabes que honrar los lazos de amistad es parte de la fe?" Transmitido por Al-Hâkim en Al-Mustadrak, que dijo: Es Sahîh según los requisitos de Al-Bujâri y Muslim
Una esposa puede enfadarse por cualquier razón y apartarse de su marido haciéndole notar su enojo. En este caso, el marido musulmán debe responder con tolerancia y bondad, basado en su visión profunda de la psicología y naturaleza femenina, como hacía el Profeta r cuando su esposa estaba enfadada con él y se apartaba de él todo el día hasta la noche.
‘Umar Ibn Al-Jattâb t dijo: Nosotros los de Quraish teníamos el control sobre nuestras mujeres. Pero cuando llegamos a Al-Madînah encontramos a unas personas cuyas mujeres tenían el control sobre ellos, y nuestras mujeres empezaron a aprender de ellas. Yo vivía en el barrio Al-‘Auâli, entre los Banû Umaiiah Ibn Zaid. Un día mi esposa estaba enfadada conmigo, y me empezó a discutir. No me gustó, pero ella me dijo: ¿No te gusta que discuta contigo? Por Allah, que las esposas del Profeta r discuten con él. Ellas se enfadan y se alejan todo el día de él, hasta la noche. Entonces fui a ver a Hafsah (su hija y esposa del Profeta r) y le pregunté: ¿Discutes con el Profeta? Me respondió: Sí. Le pregunté: ¿Te enojas con él y te alejas de él todo el día hasta la noche? Me respondió: Sí. Le dije: ¡Condenado quien lo haga! No discutas con el Mensajero de Allah, y no le pidas nada. Pídeme a mí lo que necesites. Entonces ‘Umar fue donde el Profeta r y le comentó lo que había sucedido en su casa y la conversación que había mantenido con Hafsah, y el Profeta r sonrió. Transmitido por Al-Bujâri, Muslim, At Tirmidhi y An-Nasâ'i
El musulmán debe desarrollar esta actitud tolerante, para así seguir al Profeta r en su comportamiento y actos. Recién entonces será la prueba viviente de que el Islam es un estilo de vida superior; y que la miseria, la división, la confusión y la ansiedad que azotan a los individuos, las familias y las sociedades son causadas por el hombre que ignora los conceptos y los valores nobles que enseña el Islam. Éstos son los elevados principios que, si son adoptados por el marido traen paz, estabilidad, felicidad y seguridad al hogar.
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