La peregrinación tiene lugar cada año entre el 8 y el 13 de Dhul-Hiyyah, el mes 12 del calendario lunar musulmán. Su primer ritual es vestir los ropajes del ihram.
El ihram, usado por los hombres, es una prenda blanca sin costuras compuesta de dos piezas de tela o toalla; una cubre el cuerpo de la cintura hacia abajo, hasta debajo de las rodillas, y la otra va sobre los hombros. Esta prenda fue usada por Abraham y Muhammad que la paz sea con ellos . Las mujeres se visten a su manera habitual pero sin lujos. Los hombres deben llevar la cabeza descubierta; tanto hombres como mujeres pueden llevar una sombrilla para cubrirse del sol.
El ihram es un símbolo de pureza y de renuncia al mal y a los asuntos mundanos. También indica la igualdad de todas las personas ante los ojos de Dios. Cuando el peregrino usa este atuendo blanco, ingresa en un estado de pureza que prohíbe las disputas, cometer actos de violencia contra hombres o animales y mantener relaciones conyugales. Una vez que el peregrino viste su ropa de Hayy, no puede afeitarse, recortarse las uñas ni usar ningún tipo de joya, y debe mantener puesta esta prenda sin costuras hasta el final de la peregrinación.
El peregrino que ya está en La Meca comienza su Hayy desde el momento en que viste el ihram. Algunos peregrinos que vienen desde lejos pueden haber ingresado a La Meca antes con su ihram y lo siguen usando. La vestimenta del ihram va acompañada de la invocación principal del Hayy, la talbiyya:
“¡Aquí estoy, Oh Señor, respondiendo a tu llamada! ¡Aquí estoy, Oh Señor, respondiendo a tu llamada! No tienes asociados (en tu divinidad); ¡Aquí estoy, Oh Señor, respondiendo a tu llamada! La alabanza y el dominio te pertenecen. No tienes asociado (en tu divinidad).”
Los cánticos poderosos y melodiosos de la talbiyah resuenan no sólo en La Meca sino también en otras locaciones sagradas cercanas relacionadas con el Hayy.
El primer día del Hayy, los peregrinos parten de La Meca hacia Mina, un pequeño pueblo deshabitado al este de la ciudad. A medida que se acercan a Mina, los peregrinos pasan su tiempo meditando y orando, tal como lo hacía el Profeta que la paz sea con él en su peregrinación.
Durante el segundo día, el 9 de Dhul-Hiyyah, los peregrinos parten de Mina hacia el valle de Arafat donde descansan.
Este es el rito central del Hayy. A medida que se congregan allí, la reunión de los peregrinos les recuerdan el Día del Juicio. Algunos de ellos se reúnen en el Monte de la Piedad, donde el Profeta dio su inolvidable Sermón de Despedida, enunciando extensas reformas religiosas, económicas, sociales y políticas.
Son horas de mucha emoción, en las que los peregrinos adoran y suplican. Derraman muchas lágrimas pidiendo el perdón de Dios. En este sitio sagrado, llegan a la culminación de sus vidas religiosas al sentir la presencia y la cercanía de un Dios misericordioso.
La primera mujer inglesa en realizar el Hayy, Lady Evelyn Cobbold, describió en 1934 las sensaciones que experimentan los peregrinos en Arafat.
“Haría falta una pluma maestra para describir la escena, de extrema intensidad, del gran viaje de la humanidad y del que yo fui apenas una pequeña parte, completamente perdida en un entorno de fervoroso entusiasmo religioso. Muchos de los peregrinos derramaban lágrimas por sus mejillas; otros elevaban sus rostros al cielo estrellado que había sido testigo de esta experiencia en siglos anteriores. Los ojos brillantes, los pedidos llenos de pasión, las manos piadosas extendidas en la plegaria me conmovieron como nunca nada lo había hecho antes, y me sentí atrapada en una fuerte ola de exaltación espiritual. Estaba unida al resto de los peregrinos en un sublime acto de completa sumisión a la voluntad suprema que es el Islam”.
Ella continúa describiendo la cercanía que sienten los peregrinos con el Profeta mientras están en Arafat:
“…al estar parada junto al pilar de granito, me siento en tierra sagrada. Veo con el ojo de mi mente al Profeta dando sus últimas palabras, hace más de trece siglos, frente a multitudes llenas de lágrimas. Visualizo perfectamente a los miles de predicadores que han hablado frente a millones que se reunieron en el vasto valle; pues esta es la escena culminante de la Gran Peregrinación”.
Se dice que el Profeta que la paz sea con él le ha pedido perdón a Dios por los pecados de los peregrinos reunidos en Arafat, y que su deseo fue concedido. Por lo tanto, los peregrinos llenos de esperanza se preparan para irse de este valle llenos de gozo, sintiéndose renacidos y sin pecados y con la intención de dar vuelta una nueva hoja.
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