dimanche 13 mai 2007

Muhammad el último Mensajero -I-

Sus dos grandes milagros son el Corán y sus cualidades singulares por las que Al-lah le hizo digno de llevar el mensaje del Islam. La biografía de Muhammad, la paz sea con él, es en sí misma un milagro. Fue un humano. Al-lah le ordenó declarar esta verdad y anunciarla a la gente para que no le tomaran por Dios o le dieran atributos divinos. Le dijo su Señor el Altísimo:



" Diles: Soy tan sólo un humano como vosotros, que me ha sido revelado".



Un humano igual que nosotros en los fundamentos generales de éste carácter. Pero, no hay entre los humanos(definitivamente) quien se iguale a él en grandeza, pues Al-lah no creó de esta clase, de entre los hijos de Adán, más que a un hombre único, Muhammad Ben Abdullah, Al-lah le bendiga, y a su padre Abraham, Moisés, Jesús y todos los profetas.



Muhammad (P.B.D.E) es el único que reúne la grandeza en todas sus formas. La grandeza es por el carácter, la moral, las cualidades o las características personales; o por las huellas que quedaron en la historia de su nación y del mundo.



Cada grande tiene de estos aspectos que son los parámetros que determinan la grandeza.

En cuanto a la grandeza de Muhammad, se mide por todos ellos, porque reunió la grandeza en todas sus formas. Era grande en sus cualidades, en sus actos y en sus huellas.

Los grandes, o lo son únicamente para sus pueblos y benefactores de estos, a la par que perjudicadores de otros, como la grandeza de los héroes combatientes y los caudillos invasores su grandeza es mundial, pero en un aspecto limitado como descubrir una de las leyes puestas por Al-lah en la naturaleza, pero que ocultó para hacer trabajar a nuestro cerebro para llegar a ella, o bien descubrir un medicamento contra una enfermedad, escribir uno de los símbolos de la retórica, una historia genial o una antología poética elocuente.



En cuanto a Muhammad, su grandeza es universal en toda su extensión y total en todos los aspectos. El era creyente de lo que predicaba, nunca dio una conferencia en la que abarcara la aclaración de todas las leyes del Islam, ni constituyó una escuela con horarios y clases, así como tampoco se sentó en un congreso de predicación. El anunciaba, lo que le había sido revelado, en casa, en la mezquita y en el camino; llaman al bien y a alejarse de lo ilícito, cuando era necesario. Pero él decía esto con su lengua y sus hechos y los expresaba en sus palabras y prácticas, siendo su ética y sus modales el Corán. Vosotros oís esas palabras y no reparáis en su significado.
Y su significado, señores, es que cada uno de sus actos, así como su ética y modales son aleyas recitadas, una conferencia dada, una reunión de clase o un consejo de predicación, porque todos se identifican con lo que se ordena en el Corán.

Rezaba durante la noche , hasta que se le hinchaban los pies, pidiendo indulgencia a Al-lah siempre. En cierta ocasión, le preguntaron: Acaso Dios no perdonó todas tus culpas pasadas y futuro?

Dijo: Acaso no seré un siervo agradecido?

Todos sus actos eran oración, pues consistían en procurar el bien y evitar el mal y así es, que el trabajo para el interés común si su realizador lo ha hecho por la causa de Al-lah, será para él una oración.



Me basta dar un ejemplo para demostrar que creía en lo que predicaba y que se aferraba en su aplicación de una manera total, elevándose de todas las consideraciones. Me sirvo para este ejemplo de una situación real.

Si una joven de las más nobles familias, - es decir, de la familia de un ministro o príncipe, es acusada de robo creéis que se la va a encarcelar igual que a una gitana? , si ésta fuera la ladrona? Se ejecutará la sentencia de la ley lo mismo en una que en la otra? O se extenderán a su causa cien dedos para tapar el delito, favorecerla en el juicio y aliviar el castigo?



Ocurrió una situación como ésta en la época del Apóstol. Una Joven de las más nobles familias de la tribu de Kuraish, de la tribu de Makhzum; la familia de Al-Walid llamado el único. Era la tercera familia en nobles, después de la Hachim y Humeya. Robó esta joven, se la declaró culpable y se dictó la sentencia. Entonces, mucha gente procuró interceder por ella, creyendo que el Apóstol, - por lo que conocían de su amor, tolerancia y perdón -, la perdonaría. Pero, él se enfureció y les hizo comprender que ésta fue la predicación de muchas de las gentes que les precedieron; aquellos que cuando el noble cometía un delito le perdonaban y cuando lo cometía el débil le castigaban. Les dijo uno de sus dichos maravillosos, que fortaleció un pilar estable en la vida del Islam y quedó sentado definitivamente que en las leyes divinas no se escuchan las intercesiones. Por tanto no habría indulgencia.

"Oh por Dios, si Fátima, hija de Muhammad, hubiera robado, cortaría su mano ". Todo era para él una cosa natural, porque vivía con y para su mensaje. Sus pretensiones estaban subordinadas a lo que fue revelado y todo cuanto le vinculaba a la gente por familiaridad, amistad o interés, quedaba desvinculado si interfiera en el camino del mensaje.

Si bien se despreocupó (P.B.D), de aquello por lo que la gente normalmente vive, en cuanto al comer y vestir, y de todas las demandas del ego, no se empeñó en la austeridad o en pasar hambre como hacen algunos que se atribuyen el ascetismo, ni adoptó por siempre las vestiduras de la pobreza ni la lana, sino que comía cuanto de sabroso le presentaba, y lo que no le gustaba (de lo que no es vedado) no lo comía, pero no le sacaba defectos.

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